Relojes Anatomía de un cronómetro

Fracción de segundo a fracción de segundo

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En la actualidad, confiamos en varios dispositivos digitales para medir el paso del tiempo. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué cronómetro digital utilizamos? ¿Cómo puede detener el tiempo con tal precisión?

Todo comenzó a finales del siglo XVII con el pulsómetro médico, creado por Samuel Watson, un relojero británico. Este rudimentario instrumento fue perfeccionado con el paso del tiempo, principalmente por Louis Moinet en 1816, cuyo “Compteur de tierces” era capaz de medir tiempos con una precisión de 1/60 segundos, y varios años más tarde por Nicolas Mathieu Rieussec, con un cronógrafo que registraba literalmente el tiempo con tinta.

No fue hasta 1916, unos 100 años más tarde, cuando Heuer obtuvo la patente del primer cronómetro de la historia con una precisión de una centésima de segundo. El Heuer Mikrograph representó un avance revolucionario que hizo que todos los demás cronómetros de “precisión” fueran básicamente irrelevantes. El cronómetro de Heuer, que llevó la precisión a un nivel totalmente nuevo, siguió siendo un instrumento de primera clase hasta la llegada del cronometraje electrónico a finales de la década de 1960.

A pesar de que los cronómetros han cambiado con el tiempo, su mecanismo básico ha permanecido inalterado. Si alguna vez se ha preguntado cómo funcionan, continúe leyendo.

El mecanismo básico del cronómetro

El cronógrafo, tal y como lo conocemos en la actualidad, es un reloj de bolsillo diseñado para medir el tiempo que pasa entre dos puntos: la puesta en marcha y la detención. Ya sea mecánico o analógico, funciona gracias a un muelle que, de forma similar a los luchadores antes de subir al ring, también necesita que le den cuerda.

Una vez que se le ha dado cuerda, el muelle principal pone en marcha el mecanismo de cronometraje. La mayoría de los cronógrafos de la actualidad cuentan con siete rodamientos y un volante que oscila con una frecuencia de 5 Hz, o lo que es lo mismo, cinco oscilaciones por segundo. El volante de un instrumento de cronometraje mucho más sofisticado, como podría ser un Heuer vintage o el TAG Heuer Mikrograph, su frecuencia de oscilación es de 100 veces por segundo, lo que lo convierte en un instrumento realmente preciso.

Por lo general, para poner en marcha el cronógrafo basta con pulsar la corona, mientras que para detenerlo debemos utilizar el mismo pulsador. Cuando hayamos presionado el pulsador, una serie de al menos 3 ruedas (en función del nivel de precisión de nuestro cronómetro) comienza a girar, cada una con un número de revoluciones variable (1 segundo, 60 segundos y 60 minutos). La interacción de las ruedas hace posible el registro del tiempo transcurrido desde la puesta en marcha del cronómetro.

Cualquier cronómetro de calidad cuenta con componentes encargados de regular la frecuencia y que han sido elaborados en una aleación no magnética que no se ve afectada por la temperatura. Como la mayoría de instrumentos sensibles, los cronómetros deben ser protegidos a toda costa del polvo y de cualquier vapor químico, principalmente de los perfumes. A diferencia de los relojes de pulsera tradicionales, el movimiento de un cronógrafo puede visualizarse con facilidad a través de un fondo de caja metálico articulado.

Puesta en marcha

Si abriese el fondo de caja (y la tapa antipolvo) de su cronómetro en reposo, podría ver un volante inmóvil. Una vez que se presiona la corona para iniciar el ciclo de cronometraje, el vástago empuja hacia abajo, haciendo girar la rueda de estrella y poniendo en acción la palanca de látigo, permitiendo que la rueda central gire.

Detención del cronómetro

Vuelva a pulsar la corona para detener el ciclo de cronometraje. Las agujas permanecen inmóviles gracias a un elegante mecanismo que se pone en marcha —o mejor dicho, se detiene— por la acción del vástago, el pulsador, la rueda de estrella y la palanca de látigo. Esta reacción en cadena acaba por detener el volante y las ruedas centrales y… ¡listo! Ha detenido el tiempo.

Reinicio del cronómetro

Si desea volver a poner su cronómetro a cero, vuelva a presionar la corona o el pulsador lateral (según el modelo). El vástago del botón empuja hacia abajo un segundo pulsador dotado de un muelle, haciendo pivotar el martillo. Al hacerlo, el martillo golpea dos piezas de metal con una tierna forma de corazón y las hace girar como si fuera una pista de baile. Estas piezas con forma de corazón se detienen cuando el martillo alcanza sus muescas, volviendo a poner ambas agujas a cero.

¡En marcha!

La próxima vez que escuche a alguien preguntándose cómo podría detener el tiempo, pregúntele que si tiene un segundo y explique cómo sería, con volantes, pulsadores y el resto de componentes.