DEPORTES El coche deportivo
7 min
Jason Barlow Colaborador desde hace mucho tiempo del programa Top Gear de la BBC y de la revista GQ
Steve McQueen no es la única estrella cinematográfica eclipsada por la teutónica y natural sofisticación del Porsche 911. Sin duda, se lo pone difícil en la secuencia precréditos de su gloriosa película Le Mans del año 1971 –el cuello alto, las botas safari y las gafas de sol Persol forman un conjunto muy imitado–
pero el 911 que conduce en el Circuito de la Sarthe lo supera.
¿Qué hay del 911 T de Robert Redford, convertido en su coprotagonista de 4 ruedas en 1969 en la película El descenso de la muerte? O incluso el 911 de Christopher Walken, el hermano alocado de Diane Keaton en la pantalla, que conduce en la película Annie Hall, provocando una de las frases más graciosas que ha escrito Woody Allen (“Tengo que irme ya, Duane, porque me esperan en el planeta Tierra”). EL Porsche 911 no es un coche deportivo cualquiera, es el coche deportivo. Los cineastas lo saben, así como lo saben los homólogos de Porsche en el sector automovilístico. Todos los diseñadores de automóviles con los que he hablado, incluyendo a creadores de coches deportivos rivales, afirman que el 911 es el modelo que más admiran.
En parte, se debe a que la consistencia de marca es una de las cualidades que se esfuerzan en ofrecer. Y, sin duda, el 911 es consistente. Una referencia, de hecho. Desde su aparición en 1963, Porsche ha rechazado la revolución a favor de una evolución absolutamente brillante llevada a cabo de la manera más cuidadosa posible cuando se trata de su icónico automóvil.
Originalmente, concebido por Ferdinand “Butzi” Porsche, el nieto del fundador de la empresa, se mantuvo fiel a la insistencia idiosincrática de Ferry en que el motor debe situarse sobre el eje posterior. La singular sensación que provoca tomar curvas con un 911 es adictiva para aquellos que la han llegado a sentir.
Sin embargo, es un diseño que exige todo el respeto. El 911 sitúa al conductor en el corazón de la máquina, y la lucidez de sus respuestas –a través del volante y el acelerador– siempre ha sido evidente.
El nombre Carrera, por supuesto, es clave en el lexicón de Porsche. Procede de principios de los años 50, de la Carrera Panamericana, competición por carretera de unos 3 000 kilómetros, que era para México lo que la Mille Maglia y la Targa Florio eran para la Italia de posguerra. El jefe de automovilismo de Porsche era el mayor aristócrata prusiano Huschke von Hanstein, quien era, además, un hábil piloto y un gran comerciante, y quien descubrió el potencial público del evento. Gran parte de la temprana mitología de Porsche reside en el éxito del ultraligero 550 Spyders, que compitió en el extenuante evento mexicano –conocido como el más peligroso del mundo. En 1954, el último año en el que la Carrera Panamericana se vivió con fervor, Porsche consiguió el tercer y cuarto puesto.
De acuerdo a la cronología oficial de Porsche, el nombre Carrera apareció por primera vez en el Type 547, un motor con cuatro árboles de levas diseñado por el ingeniero Ernst Fuhrmann (un ingenioso y complejo motor, el que él mismo adscribió como “la locura de la juventud”). Desde ese momento, se ha convertido en el sufijo de los modelos derivados más potentes de la empresa. El primero de todos ellos fue el 356 Carrera, revelado en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1955, que contaba con numerosas modificaciones técnicas inspiradas en las competiciones.
En cuanto al coche con el que relacionamos actualmente el apodo Carrera, el extraordinario y popular 911, se presentó en 1963 con una carrocería de líneas más suaves e impulsado por un seis cilindros refrigerado por aire de 2,0 litros que producía 130 bhp. Bueno, por algo debía comenzar. El 911 S de 1966 aumentó la potencia. Al año siguiente Targa retiró el panel del techo, insuflando instantáneamente al coche el enérgico espíritu de la diversión californiana.
De hecho, hay más 911 excepcionales que espacio para enumerarlos todos aquí. El nombre Carrera reapareció cuando Porsche lo adhirió al Carrera 2.7 RS de 1972, un coche de carretera con toda la experiencia de las competiciones y fácilmente reconocible gracias a su alerón trasero en forma de cola de pato. De acuerdo a los estándares modernos, 208 bhp junto con su motor agrandado no parece gran cosa, pero su construcción ligera –algunas versiones del coche estaban hechas de acero de bajo calibre– estableció el Carrera SR como el modelo a seguir para conseguir una dinámica de conducción sorprendentemente interactiva que Porsche ha pulido hasta la perfección. Solo se fabricaron 1 580 versiones del modelo, y son ahora las más codiciadas de todas.
Un intensamente renovado 911 se presentó en 1974, introduciendo los parachoques resistentes a impactos exigidos por la legislación de los Estados Unidos. El primer supercoche de Porsche, el 930 Turbo, vio la luz un año después, anunciando un increíble coche de alto rendimiento, cuyos hermanos de competición dominarían los campeonatos automovilísticos deportivos de todo el mundo.
El enorme alerón con forma de cola de ballena del Turbo robó espacio en las paredes de las habitaciones a sus más exuberantes rivales italianos durante los años 70. Como dato interesante, en 1978 el nuevo modelo 928 con motor frontal estaba destinado a reemplazar el 911, pero nunca llegó a hacerlo. Nunca hubiera podido.
El camino hacia la gloria del 911 a lo largo de las décadas posteriores es un testimonio del destacable rigor de ingeniería de Porsche, más que de una publicidad inteligente. Creó una sensacional versión del Speedster en 1988, y renació a principios de 1993 con un diseño aclamado por el público que evocaba, sin lugar a dudas, el original.
Además, esta sería la última ocasión en la que utilizaría su famoso motor de seis cilindros con refrigeración por aire. Las versiones GT2 y GT3, pensadas para la pista, muestran cuán metódicamente Porsche diseña sus emociones fuertes hoy en día. Incluso el 911 Carrera “básico” de 2021 pone el listón muy alto. Siendo sinceros, el mejor coche deportivo del mundo no había alcanzado hasta ahora estos niveles de excelencia.
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Jason Barlow Colaborador desde hace mucho tiempo del programa Top Gear de la BBC y de la revista GQ