SAVOIR-FAIRE Breve historia del infinito
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Jack Heuer, bisnieto del fundador de la marca, antiguo director general de TAG Heuer y actual presidente honorario
Con el fin de conmemorar el 88 cumpleaños del presidente honorario Jack Heuer, bisnieto de nuestro fundador y antiguo director general de TAG Heuer, hemos decidido crear una edición limitada del TAG Heuer Carrera grabada en el panel posterior con un recuerdo especial del inimitable espíritu de Jack para compartir este homenaje con los amantes de los relojes de todo el mundo.
No obstante, se podría decir que el símbolo que hemos elegido es todo menos limitado, ya que el número 8 es un guiño matemático extraordinario. Visto desde otra perspectiva, se convierte en el misterioso símbolo del infinito, o lemniscata para los fanáticos de los números. Pero, ¿qué significa este pequeño bucle en realidad, y qué ha hecho por nosotros?
Eche un vistazo a estos 8 (!) hechos fascinantes acerca de la historia del infinito y por qué podría querer prestarle un poco más de atención a este símbolo. No se preocupe, con nuestro TAG Heuer Carrrera en la muñeca no tendrá que tatuárselo en el tobillo.
1) 101 infinito
El símbolo del infinito que conocemos hoy en día, un ocho horizontal, representa la idea de lo ilimitado o la eternidad. No solo se utiliza en matemáticas y filosofía, sino también en cosmología, informática y artes. Su nombre, “lemniscata”, viene de la palabra latina “lemniscus”, que significa “cinta”. La palabra “infinito” procede del latín “infinitas”, que significa “sin fin”. ¿Ya le da vueltas la cabeza? Esto acaba de empezar…
2) Debates desde la antigüedad
Desde los días de los antiguos griegos (y romanos), la naturaleza del infinito ha sido objeto de debate entre filósofos e intelectuales.
El filósofo griego Anaximandro utilizó la palabra “ápeiron” para referirse a él. Ya en el siglo IV a.C., los matemáticos jainistas distinguían entre números contables, incontables e infinitos.
3) La eternidad en Inglaterra
El lemniscata fue utilizado por primera vez por el sacerdote y matemático inglés John Wallis en 1655. Aunque sus orígenes todavía plantean incógnitas (algo que quizás no cambie), Wallis podría haber tomado como referencia para el símbolo el número romano correspondiente a 1000, que también poseía el significado de “incontable”. También podría haberse basado en la letra griega Omega (Ω o ω). Tras este hallazgo, los matemáticos del siglo XVII pudieron trabajar con el cálculo infinitesimal. No entraremos en demasiados detalles al respecto. Basta con decir que cambió el mundo de las matemáticas para siempre.
El uróboros es un símbolo milenario, el emblema del infinito. Tallado de una lápida victoariana del cementerio de la Necrópolis de Glasgow - iStock.
4) Un significado místico
En el siglo XVII, el símbolo del infinito también comenzó a aparecer en la carta del tarot conocida como “el malabarista” o “el mago”. Es una interesante coincidencia que el símbolo cabalístico asociado a esta carta sea la letra hebrea À (que se pronuncia “álef”). Georg Cantor, el fundador de la moderna teoría matemática del infinito, utilizó el símbolo À0 para representar el primer número infinito. Increíble. El simbolismo religioso y las obras de arte presentan ideas similares con el uróboros, la antigua imagen de una serpiente que devora su propia cola. En algunas ocasiones, el uróboros se representa mediante dos serpientes entrelazadas que forman un círculo. Otras veces el trazado dibuja un ocho.
5) Una parte de Pi
¿Cómo puede imaginarse el infinito? Es un problema que muchos grandes pensadores han tratado de abordar en términos simples. Si le gustan las matemáticas, un buen ejemplo de infinito es el número π o pi. Los matemáticos usan un símbolo para pi porque es imposible escribir el número entero. Aunque a menudo se redondea a 3,14, no importa cuántos dígitos se escriban, ya que nunca se llegará al final. Como recordará de la escuela, pi es necesario para calcular el área de un círculo (un saludo a los ingenieros). ¿Algún otro ejemplo? El teorema del mono infinito Según este teorema, si un mono teclea sobre una máquina de escribir durante un periodo de tiempo infinito, logrará mecanografiar el texto de “Hamlet” de Shakespeare. Ser o no ser… Aún no se ha determinado.
6) El sueño digital
En programación informática, un bucle infinito (o sin fin) es una secuencia de instrucciones que, tal como está escrita, continúa indefinidamente, a menos que se produzca una intervención externa. La informática hace distintos usos de lo que se denomina “conjuntos infinitos”, y las computadoras se han utilizado para modelar vastos sistemas de aproximación al infinito que no se habrían generado en eones (millones y millones de años) con el simple poder de la mente.
7) Atrapados en el tiempo
Un bucle causal es una proposición teórica (o paradoja) en la que, a través de un viaje en el tiempo, una secuencia de acontecimientos (acciones, información, objetos, personas) causa o contribuye a otro acontecimiento, que a su vez se encuentra entre las causas del primer acontecimiento mencionado. Esta relación de interdependencia es… infinita. ¿Genera confusión? Trate de entender lo que trama Leonardo DiCaprio en “Inception”. Luego dele vueltas a la cabeza con “Interstellar” (por su salud mental, no le recomendamos que las vea seguidas).
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8) Infinito más uno
Si nos da una última oportunidad para frustrar cualquier esperanza de entender el concepto de infinito, piense esto sobre el tamaño: el infinito es ilimitado, pero se presenta en distintos tamaños. ¿Un ejemplo? Los números positivos (mayores que 0) y los negativos (menores que 0) son “conjuntos” infinitos de igual alcance. ¿Qué ocurre cuando se combinan? Se obtiene un nuevo conjunto de doble alcance. En cierto modo, incluso un niño comprende la idea más desconcertante: el infinito más uno es algo mayor que el infinito.
Para celebrar el cumpleaños de Jack, hemos combatido la inefable naturaleza del infinito. Si colocamos el símbolo en posición vertical, continúan las sorpresas. Por alguna extraña sincronía, el número 8 no ha dejado de estar presente en la relación de Jack con TAG Heuer.
En 1958, Jack aceptó la oferta de su padre de unirse al negocio de la familia Heuer durante un año antes de emprender sus propios proyectos. Dos años más tarde, a los 28 años, se le propuso dirigir la empresa familiar, en la que permaneció hasta 1982. Poco antes de que comenzara la octava década de su vida, Jack Heuer fue nombrado presidente honorario del negocio, fundado en 1860 por su bisabuelo Edouard Heuer.
¿Coincidencia? Lo dejamos a su elección…
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