CUENTOS Héroes olvidados: Jo Siffert

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Descubra la vida y los orígenes de Jo Siffert, el primer embajador de TAG Heuer: desde sus inicios en Friburgo hasta su llegada a la Fórmula 1, pasando por su amistad con varias leyendas de la gran pantalla.

Jo Siffert

Es irónico que la historia de un hombre que vivió una vida trepidante y a toda velocidad comenzara en la tranquila ciudad suiza de Friburgo. Nuestro protagonista en cuestión, Jo “Seppi” Siffert, era hijo de un productor lechero. Cuando tenía 12 años, su padre le llevó a ver el Gran Premio de los Países Bajos de 1948 en el circuito de Bremgarten, en Berna. Esta experiencia sirvió para abrir los ojos del joven a un mundo completamente nuevo. A partir de ese momento, Siffert no podía pensar en otra cosa que en el automovilismo, su sueño. El sueño que llevaría a Jo Siffert a alcanzar metas más importantes.

Un inicio difícil

El progreso de Siffert fue lento pero constante. Antes de ponerse detrás de un volante profesional, competía en motociclismo. Como no procedía de una familia pudiente, tuvo que apañárselas. Para financiar su carrera, vendía cartuchos al Ejército suizo para su reciclaje. Si eso no era suficiente, compraba y vendía automóviles. No era la llamativa vida propia del automovilismo. Avancemos hasta el año 1959. Siffert se abre camino hasta convertirse en el campeón suizo de 350cc. Posteriormente pasa a la Fórmula Junior y se proclama campeón de Europa. Las cosas mejoran.

Velocidad y resistencia

El universo de la Fórmula 1 comienza a llamar su atención en 1962. Durante los cinco años siguientes, Siffert fue saltando de un lado a otro, conduciendo para varias escuderías con resultados dispares. Uno de sus mejores momentos fue la victoria en el Gran Premio del Mediterráneo de 1964. Pasó por la línea de meta con una décima de segundo de ventaja sobre el segundo clasificado. Sin embargo, fue durante los años 1966 y 1967 cuando Siffert subió de marcha. Estos años marcaron su transición de la Fórmula 1 a las carreras de resistencia. Este cambio le vino bien para la temporada de 1968, que supuso un hito para Siffert. Ganó las 24 Horas de Daytona, las 12 Horas de Sebring y los 1000 km de Nürburgring: una hazaña increíble. Por si esto fuera poco, también ganó la carrera de los 1000 km de Austria. Todo parecía indicar que Siffert era imbatible en un coche de carreras. En 1969, Siffert arrasó en los 1000 km de BOAC, en las carreras de Monza, Spa y Nürburgring, así como en las 6 Horas de Watkins Glen. Además, volvió a ganar los 1000 km de Austria. El hijo del productor lechero supo sacar el máximo de cada carrera.

El primer embajador de Heuer

En la época en la que Siffert estaba causando sensación, Jack Heuer buscaba su primer embajador para la marca. Quería a alguien que pudiera promocionar y vender sus cronógrafos en el mundo del automovilismo. Y así, eligió al “influencer” perfecto: Jo Siffert. Jack Heuer recuerda su decisión como “uno de los mejores movimientos de marketing que he hecho nunca, ya que abrió la puerta al selecto mundo de la F1”. Siffert era un gran vendedor por naturaleza. Cuenta la leyenda que convencía a sus compañeros pilotos para que compraran los relojes de la marca mientras estaban en la parrilla, segundos antes de la salida. Siffert era tan bueno en su papel que, a principios de la década de 1970, la mayoría de las personas involucradas en la Fórmula 1 tenían un Heuer en su muñeca.

Inspirando a una leyenda de la gran pantalla

En 1970, el icónico Steve McQueen se preparaba para su papel de piloto de carreras en la película Le Mans. Como buen actor entregado a su oficio, McQueen decidió inspirarse en los mejores pilotos de la época para su personaje. Así conoció a Jo Siffert y nació una gran amistad. En aquella época, la mayoría de los pilotos llevaban el mono de Heuer, utilizado por primera vez en un circuito por Siffert. Y así, McQueen eligió el mismo traje para la película. “Voy a conducir el mismo coche que Jo Siffert, y también quiero llevar el mismo traje que él”, dijo el actor.

Un legado imperecedero

El 24 de octubre de 1971 se produjo la tragedia. Jo Siffert murió haciendo aquello de lo que se enamoró cuando era un niño de 12 años: el automovilismo. Pero su muerte no mermó el recuerdo de su carácter, su garra y su determinación. Y es que la deslumbrante historia de Siffert sigue vida, desde Friburgo hasta la Fórmula 1, pasando por su amistad con las leyendas de la pantalla.