SAVOIR-FAIRE Savoir-faire suizo, Capítulo dos: descubra cómo se elaboran nuestras cajas
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© TAG Heuer
Bienvenido a TAG Heuer. Acompáñenos a explorar en profundidad el extraordinario savoir-faire que nos caracteriza. En esta serie, le llevamos hasta los mismos talleres en los que se crean nuestros fantásticos relojes. Desde la primera idea hasta el pulido final de cada pieza perfeccionada, pasando por minuciosas etapas intermedias. ¿Ya es un experto en el arte de la relojería? Prepárese para llevar sus conocimientos a otro nivel con detalles cercanos y personales que seguramente conmoverán incluso a los maestros de la magia suiza. En este segundo capítulo, examinamos el extraordinario proceso que llevan a cabo en nuestra manufactura en Cornol, Suiza, los excepcionales maestros creadores de cajas.
Manufactura de Cornol, Suiza © TAG Heuer
Todo comienza en el año 2009, cuando la empresa fabricante de cajas situada en Cornol, Suiza, fue adquirida por la Maison LVMH. Actualmente, esta manufactura dedica alrededor del 90 % de su trabajo a TAG Heuer, para crear las cajas de nuestros relojes mediante una extraordinaria experiencia relojera que a menudo se transmite de generación en generación, y es que muchos de los relojeros que trabajan en Cornol llevan la relojería en la sangre, puesto que sus padres trabajaron en este sector antes que ellos. Cuando los creadores de cajas noveles llegan, en ocasiones, con tan solo los conocimientos básicos en su haber, pueden seguir un programa de formación que les permite adquirir las técnicas y habilidades de mayor nivel necesarias para producir unos relojes excepcionales.
Entonces, ¿cómo se elaboran exactamente las cajas de los relojes? El proceso se divide en cuatro fases esenciales: estampado, manufacturación, pulido automático y manual, y montaje. Analicemos el proceso paso a paso para examinar el magnífico savoir-faire que se requiere en cada fase.
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Molde de estampado © TAG Heuer
Estampado © TAG Heuer
Estampado
El primer paso es el estampado: la creación de las cajas comienza con la selección de las mejores materias primas, cuya pureza y robustez deben probarse para garantizar la más alta calidad. Las planchas de acero inoxidable o de titanio, de diversos grosores, se cortan para formar los diseños de las cajas en bruto que serán transformados a través de múltiples etapas. Sin embargo, no es tan sencillo como parece: entre la barra de metal en bruto y la obtención del diseño básico pueden llegarse a realizar hasta 16 operaciones, en el caso de nuestras piezas más complejas. Cada disco de metal se percute a una presión de 70 toneladas para incrementar su robustez, finura y resiliencia. Tras la presión, los discos se someten a lo que se conoce como recocido, un proceso de calentamiento y enfriamiento que alisa y refina el metal temporalmente “dañado” por la enorme presión del estampado.
El metal se limpia con productos, detergentes y tecnología ecológicos en unas máquinas de lavado especializadas para eliminar cualquier residuo de grasa o impurezas, sin provocar daños en el medioambiente. Los productos residuales resultantes de esta limpieza se reciclan para potenciar aún más la sostenibilidad de nuestras prácticas. Dado que estos procesos mecánicos son sumamente especializados, la Manufactura de Cornol incluso desarrolla sus propias herramientas para garantizar una precisión absoluta: se utilizan impresoras 3D, junto con los medios tradicionales, para crear componentes específicos para la fabricación de cada reloj.
Manufacturación © TAG Heuer
Manufacturación
A continuación, llega el momento de proceder con la segunda fase: la manufacturación. En el exclusivo taller de la Manufactura de Cornol, se pueden encontrar fresadoras, torneadoras especializadas en distintos tipos de metal y una máquina de control de calidad 3D que permite examinar todas las especificidades necesarias. Estas máquinas cortan las barras circulares de acero antes de lavar y pulir los bordes a mediante fricción para retirar cualquier fragmento metálico restante. A largo de la producción, se realizan diversos controles de calidad en los que se verifican 60 dimensiones con suma precisión. Algunos de ellos se llevan a cabo por la noche para que por la mañana ya solo haya ejemplares perfectos.
Cuando la torneadora automática está en funcionamiento, recibe un flujo constante de aceite para reducir el calentamiento y la fricción, puesto que estas máquinas rotan a una velocidad de 20 000 giros por minuto y dicho proceso debe calibrarse con precisión para garantizar su seguridad y rigor. Una vez más, los componentes de la maquinaria se producen en interno para adaptarse a los exclusivos diseños de TAG Heuer y se someten a controles de calidad en cada etapa del proceso para que cada elemento cumpla con los más altos estándares.
© TAG Heuer
Pulido
El siguiente paso es el pulido, si bien es cierto que esta etapa se divide a su vez en varias fases. Tras un pulido inicial de algunas superficies, se aplica una guía de color o esmalte que sirve para dos cosas importantes: en primer lugar, puede proteger las superficies antes de pulirlas y permitir que nuestros artesanos sepan qué zonas todavía necesitan ser tratadas. Asimismo, actúa como una guía durante el pulido a máquina, para que seamos capaces de detectar en qué punto del proceso se ha eliminado el pigmento y realizar así un seguimiento preciso del recorrido de pulido de la máquina. Una vez que concluyen los entre tres y cinco pasos preparatorios y se logra la superficie final, podemos, por ejemplo, aumentar el brillo, la suavidad o crear diferentes tipos de estriados como los acabados satinados verticales u horizontales.
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Aplicación del esmalte antes del pulido © TAG Heuer
La rueda de pulido de piedra está formada por un compuesto de arena patentado que crea diferentes niveles, algo así como una lija. Cada variedad de piedra se prueba cuidadosamente con cada modelo, para garantizar que logramos el acabado adecuado para cada superficie del modo más eficiente posible. Asimismo, se desarrolla de modo que se adapte específicamente al diseño de cada caja. También su utiliza una cinta de pulido para realizar un pulido final, especialmente si deseamos conseguir acabados satinados, ya que ofrece mayor precisión que la piedra en sí.
Pulido manual © TAG Heuer
La fase preparatoria para el pulido manual consiste en el perfeccionamiento de la superficie, que se realiza mediante unos brazos robóticos dirigidos por un programa creado a medida para cada reloj. Su programación puede requerir hasta tres meses si se va a utilizar en la creación de un nuevo modelo, o únicamente dos semanas si se trata de un cambio de diseño dentro de una misma familia. Tras esta fase, pasamos al pulido manual: se vuelve a aplicar la guía de color tras un lavado intermedio y se pasan unas lijas a mano para pulir la caja una vez más, bajo la atenta mirada de los maestros creadores. A continuación, se realiza un último lavado para garantizar que se retira cualquier resto de polvo o filamentos (de una vez por todas), antes de pasar a la fase de montaje.
Montaje y control de calidad © TAG Heuer
Montaje
Por último, pero no menos importante, comenzamos con el montaje. Los artesanos y artesanas que llevan a cabo este paso están altamente cualificados, algunos de ellos cuentan, de hecho, con décadas de experiencia. Pese a que se trata de un trabajo increíblemente minucioso con componentes diminutos, podemos ver cómo sus manos se mueven con rapidez y seguridad por todo el taller. Desde luego, es un espectáculo digno de admirar. Empezamos con la aplicación de un pegamento especial para fijar el tubo de corona y un proceso de calentamiento para sellar y unir ambos componentes.
A continuación, se añaden los pulsadores, mediante unas herramientas manuales y movimientos firmes.
Cada persona presente en el taller de montaje cuenta con unas habilidades diferentes, si bien muchas de ellas pueden desempeñar múltiples tareas según el volumen de carga de trabajo que tengan en cada momento. La que aplica los pulsadores podría también, por ejemplo, aplicar las esferas de cristal o el fondo de caja. Cuando se cierra la caja incorporando el fondo, resulta esencial que se haya garantizado una limpieza absoluta, no puede quedar ni la más mínima partícula de polvo. Así, se utiliza aire comprimido para asegurar que se retiran hasta las partículas que no se pueden apreciar a simple vista utilizando un equipo especial para eliminar cualquier residuo de la ropa o el calzado.
Finalmente, procedemos a realizar las pruebas de estanqueidad y presión, así como a la revisión final de cualquier posible apertura de la caja del reloj. Incluso una ínfima cantidad de humedad puede interferir en el funcionamiento del reloj y la caja es su máxima protección frente a los elementos. Por ello, utilizamos una placa de calor para realizar las pruebas de condensación y garantizar así una protección absoluta.