CUENTOS La historia de un nombre... Una revelación en Sebring
6 min
Jack, el joven director general de una empresa familiar de relojería, recibió una invitación del club automovilístico SCCA (Sports Car Club of America) para asistir a Las 12 Horas de Sebring del Campeonato Mundial de Resistencia, con motivo de la Copa Alitalia. Nuestro protagonista había prestado a los organizadores una docena de cronógrafos Heuer de bolsillo para que los utilizasen como equipo de cronometraje oficial. Además, como entusiasta del automovilismo, no dudó en aceptar la invitación.
Este Gran Premio de Resistencia estaba repleto de pilotos estrella como Stirling Moss, Graham Hill, Bruce McLaren, Roger Penske y Dan Gurney, todos ellos decididos a conseguir una prestigiosa victoria en la carrera. En la parrilla de salida se encontraba otro gran entusiasta del automovilismo, aunque como piloto: un tal Steve McQueen. ¿Y qué hay de los coches de carreras? A principios de los años 60, para ser competitivo se necesitaba algo italiano, rojo y potente, aunque este concepto estaba siendo desafiado por otra marca…
Grand Prix Race, Sebring, Florida, December 1959 - photo by Dave Friedman
Jack no se imaginaba la importancia que tendría su asistencia a Sebring para la firma relojera Heuer. En los años 60, el automovilismo era una disciplina deportiva indudablemente peligrosa y no muy glamurosa, pero aún no había sido objeto de grandes patrocinadores ni presupuestos publicitarios. Para los fabricantes de coches, más que una plataforma internacional de publicidad, se trataba de un intenso campo de pruebas para soluciones de ingeniería, y muy pocas personas fuera del mundo del automovilismo reconocieron su extraordinario pero latente potencial de marketing.
Jack era una de ellas. Mientras caminaba entre el polvo y la humedad de este singular recinto de carreras en el centro de Florida, experimentó una especie de catálisis: una mezcla de elementos que se forjan dando lugar a uno solo. Sus pensamientos se centraban en el desarrollo de un nuevo cronógrafo Heuer, que aún no tenía nombre, y en la creciente reputación de la marca por su precisión y exactitud.
Sin embargo, faltaba algo. Estos elementos debían articularse en torno a un mercado potencial, pero no uno cualquiera: debía ser, al mismo tiempo, dinámico, competitivo y rico (tanto en términos económicos como narrativos). La respuesta estaba ante sus ojos, literalmente.
“Lo que más me impresionó en Sebring fue la mezcla de pilotos profesionales, amateurs y espectadores que parecían ser miembros bastante acomodados de la SCCA y otras organizaciones automovilísticas.
« Fue entonces cuando me di cuenta de que ese conjunto de entusiastas del automovilismo podría ser el grupo de clientes potenciales de Heuer". »
Jack Heuer Presidente honorario de TAG Heuer
Pero esta no sería la última revelación de Jack a su paso por Sebring en 1962. Como aficionado al automovilismo, se sentía como en casa en el paddock y podía hablar cómodamente y con fundamento con los presentes. Pronto se encontró en una conversación con los padres de los pilotos mexicanos Pedro y Ricardo Rodríguez, quienes le contaron la historia de una carrera de su país que era tan peligrosa que había sido prohibida. Los padres expresaron a Jack Heuer su alivio, ya que sus hijos habían nacido demasiado tarde para competir en esta carrera.
La carrera que describieron a un emocionado Jack fue la Carrera Panamericana, una terrible prueba de larga distancia y de resistencia a nivel mecánico y humano que se celebraba en México, generalmente en carreteras sin asfaltar.
Umberto Maglioli, winner of the fifth and final Carrera Panamericana, in a Ferrari 375 Plus
¿Carrera? ¡Carrera!
Lo había encontrado. Ese sería el nombre del nuevo cronógrafo Heuer. A su regreso a Suiza, Jack Heuer se apresuró a registrar el nombre “Heuer Carrera” y, como accionista mayoritario de la empresa, tomó la decisión atrevida pero decisiva de que el siguiente reloj que creara se llamara Carrera.
« "No solo me encantó su sonido sexy, sino también sus múltiples significados, que incluyen carretera, competición, circuito y trayectoria. Todos guardaban una estrecha relación con el universo Heuer". »
Jack Heuer Presidente honorario de TAG Heuer
Pero esta historia tiene una vuelta de tuerca. En la carrera de Sebring de 1962, un pequeño, eficiente y hermoso bólido de color plateado plantó cara a la poderosa escudería roja hasta el final, en una batalla que sería un presagio de lo que estaba por venir. Un Porsche 718 RS 60 con un motor de pequeña cilindrada exquisitamente diseñado terminó en el podio, a pesar de una serie de adversidades sobre el papel: presentaba un motor de cuatro cilindros mientras que los de sus rivales tenían 12. Este pequeño coche de carreras estaba demostrando ser todo un problema para sus competidores consagrados, llegando incluso a lograr la victoria en la carrera de Sebring de 1960.
El pequeño motor de cuatro cilindros y cuatro árboles de levas del asombroso Porsche 718 RS 60 es considerado en la actualidad como uno de los más extraordinarios ejemplos de ingeniería de precisión. De hecho, el mecanismo de cuatro levas es también conocido como “mecanismo de reloj suizo”, por su detallada fabricación.
Pero los mecánicos que trabajaron con este Porsche tenían otro nombre para él —”Carrera”—, ya que fue en la Carrera Panamericana donde el motor evolucionó y se desarrolló hasta la perfección unos años antes. El nombre tuvo un gran impacto en Porsche, al igual que en Jack Heuer, y se convertiría más tarde en una leyenda grabada en una docena de modelos Porsche.
Por ello, casi seis décadas después de que la palabra “Carrera” se convirtiera en sinónimo de ingeniería de precisión tanto en los círculos automovilísticos como en los relojeros, es lógico que se una por primera vez a las palabras “TAG Heuer” y “Porsche” en una nueva gama de cronógrafos.
1964 Heuer Carrera 45 Chronograph Ref: 3647