DEPORTES El brillo especial de Sydney McLaughlin-Levrone: 2024, una temporada para recordar
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El pasado mes de agosto, en un Stade de France abarrotado, la excelencia de Sydney McLaughlin-Levrone eclipsó una vez más a todas sus rivales y entusiasmó a sus seguidores al defender su medalla olímpica en los 400 metros vallas, una prueba que ha redefinido casi en solitario. Las competidoras no pudieron más que ver cómo McLaughlin-Levrone se escapaba volando sobre la pista para superar diez vallas en 50,37 segundos y batir su propio récord mundial por sexta vez.
Cuando tomó la última curva, la victoria estaba cantada. Su ventaja era tan grande que la única competidora que quedaba era el reloj… en una carrera en la que también participaban las atletas más rápidas de todos los tiempos (la segunda, la cuarta y la quinta). Se quedó a un suspiro de superar los 50 segundos, una barrera que muchos atletas olímpicos luchan por romper incluso sin las vallas, y que habría parecido inimaginable hace tan solo unos años.
La carrera de París no fue una victoria más, sino una obra maestra en la pista de una ciudad conocida por sus bellas artes. Su actuación pasó inmediatamente a formar parte de las grandes carreras canónicas de la historia del atletismo, al convertirse en la primera mujer que repite como campeona olímpica de 400 metros vallas, una prueba famosa por su dificultad y desgaste físico. En total, cuenta ya con ocho medallas mundiales (siete de oro) y aún le quedan muchos años de esplendor por delante.
Sin embargo, a pesar de todos sus logros, McLaughlin-Levrone sigue siendo una especie de enigma, una superestrella que organiza cuidadosamente sus apariciones y deja a los aficionados con ganas de más. Compite con poca frecuencia, pero deslumbra cada vez que sale a la pista. Tal vez haya una lección en esa infrecuencia. En un mundo adicto a la gratificación instantánea, ella nos recuerda que la verdadera brillantez se aprecia mejor cuando no está siempre a la vista para nuestro consumo.
La evolución de una campeona
Aunque la temporada 2024 de McLaughlin-Levrone fue de récord, su trayectoria ha sido histórica desde el principio. Como adolescente prodigiosamente talentosa de Nueva Jersey, irrumpió en escena cuando se clasificó para los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro con solo 16 años. Se convirtió en profesional unos años más tarde y, desde entonces, ha pasado de ser una joven promesa a convertirse en un icono del atletismo, una presencia singular en este deporte capaz de llenar un estadio y garantizar la máxima audiencia televisiva con solo aparecer. Sydney McLaughlin-Levrone se ha convertido en un nombre muy conocido en un deporte que tiene dificultades para abrirse camino en el mundo del atletismo más allá de los años olímpicos.
La entrena el legendario Bobby Kersee, conocido por haber dirigido a leyendas como Jackie Joyner-Kersee, Florence Griffith-Joyner y Allyson Felix. Kersee ha elevado el nivel de entrenamiento de su discípula mediante un enfoque metódico: perfeccionar su forma mediante los 100 metros vallas, más cortos y técnicamente más exigentes, pulir su velocidad y resistencia mediante el trabajo en 400 metros lisos y solo juntar las dos cosas para su prueba estrella, los 400 metros vallas, cuando está en su mejor momento de preparación.
El fruto de este trabajo: cuando McLaughlin-Levrone está en la pista, se ve a una estrella tan cómoda en un sprint como elevándose sobre las vallas con maestría técnica y una resistencia casi sobrehumana en la recta final. Como resultado, ha rebajado el récord mundial de la prueba en casi dos segundos completos y se ha convertido en la primera mujer en bajar tanto de 52 como de 51 segundos.
Sin embargo, McLaughlin-Levrone ha resistido la tentación de esforzarse al máximo, a pesar de haber conseguido un palmarés que la sitúa entre las más grandes de todos los tiempos. No ha mostrado ningún interés en derrotar a la competencia a cambio de un sueldo ni en rellenar su calendario para satisfacer el ansia de más del público. Cada carrera es una ocasión especial, un momento para disfrutar más que un día en la oficina.
Un legado en movimiento
A medida que avanza la carrera de McLaughlin-Levrone, las comparaciones con leyendas de otros deportes se han hecho casi inevitables
Sydney McLaughlin-Levrone se mantiene centrada y motivada; nunca buscado la controversia o el conflicto que casi ineludiblemente atraen las superestrellas. Su historia es, en muchos sentidos, el modelo de lo que esperamos de los prodigios. Desarrolló su potencial a su manera, soportó el peso de las expectativas con aplomo y se mantuvo imperturbable en un deporte lleno de altibajos.
Los próximos retos
Como domina de forma tan abrumadora su prueba principal, los observadores del atletismo especulan a menudo con que podría batir récords mundiales en otras pruebas, como los 400 metros lisos. Pero, fieles a su estilo, si McLaughlin-Levrone y el entrenador Kersee tienen un gran plan para nuevos retos, aún no lo van a compartir con el mundo.
Lo que es seguro es que su historia está lejos de haber terminado. Con solo 25 años, sigue reescribiendo los libros de récords y redefiniendo lo que es posible en su deporte. Su talento generacional le ha abierto muchas puertas, pero su concentración, disciplina y empuje garantizan que seguirá siendo una fuerza que habrá que tener en cuenta en los años venideros. Es maravilloso ver cómo el potencial se transforma en logros y Sydney McLaughlin-Levrone es la prueba viviente.