Relojes Bañado por el sol: por qué el nuevo Solargraph de titanio saca a relucir el gen aventurero
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Robin Swithinbank Periodista
En momentos de máxima (y fugaz) sinceridad, a veces me admito a mí mismo que me hubiese gustado vivir una vida diferente. Que, en lugar de pasarme los días frente a un ordenador, dándole a las teclas para ganarme la vida, hubiese nacido con un mayor gen aventurero.
Me consuelo pensando que lo llevo dentro. No solo el deseo de aventura. Sino el mismo gen. Mi abuelo era comandante de la Marina Real británica. Tenía su propio barco. Su primo fue explorador de la Antártida. Busque “Glaciar Swithinbank” en Google Maps. Mientras pueda, claro. La prueba de mi ADN aventurero aún podría derretirse.
Es algo que me viene a la cabeza cada vez que me encuentro con un reloj como el último de TAG Heuer, el inigualable Aquaracer Professional 200 Solargraph, que acaba de salir al mercado con una versión de titanio. Mi abuelo y su primo fallecieron hace tiempo, pero me imagino que les hubiese encantado.
¿Por qué?
Porque es técnico, práctico y bonito, y cuenta con unas características muy apreciadas por la gente que busca equipos de supervivencia extrema. Es una herramienta adecuada. Una herramienta fantástica.
La ligera caja de titanio es un punto a su favor. Y gracias al arenado, el cegador sol glacial de mediados de verano tampoco provocará reflejos. Otro punto a su favor.
Luego están los pequeños detalles. El motor del Solargraph funciona con energía solar y se carga mediante paneles solares ocultos en la esfera. Funcionará durante seis meses, incluso si lo cubre con factor 50 y lo entierra bajo nieve. También se puede bucear con él, o ir a cualquier parte.
Creo que otro detalle muy de su agrado hubiese sido el brillo del reloj. Los marcadores de horas y las agujas brillan en verde en la oscuridad; la aguja de los minutos y el segundero, en azul polar. Un pequeño detalle, quizá, pero que puede resultar útil si se ha alineado la aguja de los minutos con el bisel giratorio para cronometrar el tiempo que el bimotor puede permanecer en el hielo antes de que se congele el combustible.
¿Lo he necesitado alguna vez? No. Y, que me perdonen mis antepasados más valientes, pero estoy bastante seguro de que no lo necesitaré. Aunque me gusta la idea de poder utilizarlo, algún día. Y también me gusta la idea de un reloj que pueda llevar conmigo cuando llegue el momento. Ahora, si me disculpan, se me está enfriando el té.
Robin Swithinbank Periodista