SAVOIR-FAIRE EL POTENCIAL PIONERO DE LOS DIAMANTES DE LABORATORIO

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Los diamantes de laboratorio están ampliando las posibilidades del diseño de lujo, además de impulsar la innovación en campos que abarcan desde la nanobiología hasta la informática cuántica. Charlamos con expertos en esta tecnología vanguardista para averiguar cómo funciona y qué se espera de ella en el futuro.

La capacidad de producir las materias más preciadas de la naturaleza ha sido durante siglos una de las grandes empresas de la humanidad, pero solo en las últimas décadas las innovaciones técnicas de emprendedores visionarios han hecho realidad ese sueño —al menos en lo que respecta a los diamantes—.

Al contrario de lo que se asume normalmente, los diamantes de laboratorio son idénticos en términos de estructura y aspecto, y tienen la misma composición química. Para saber el porqué, TAG Heuer conversó recientemente con el inventor y emprendedor Benny Landa, presidente de Lusix: “En la naturaleza, los diamantes se forman a unos doscientos kilómetros bajo la superficie de la Tierra con unos enormes niveles de presión y temperatura, pero el proceso fundamental —el desplazamiento de los átomos de carbono para unirse entre sí de manera que formen un diamante— está también a nuestro alcance. Lo que hacemos es crear las condiciones que permiten a la naturaleza formar un diamante”. Por su parte, Alexander Zaitsev, profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y experto en diamantes, ha dado un paso más: “Lo que la naturaleza consigue en entornos desconocidos no siempre es lo ideal, claro está. Sin embargo, en un laboratorio se pueden crear las condiciones idóneas para la formación de diamantes”.

Los diamantes de laboratorio se hicieron realidad por primera vez en la década de los 50, cuando se produjeron mediante la tecnología de alta presión y alta temperatura (HPHT por sus siglas en inglés). Estas primeras producciones se emplearon en su mayoría en aplicaciones industriales y no eran capaces de ofrecer diamantes de calidad joya. Muchos fabricantes continúan utilizando este proceso hoy en día, pero los avances recientes más significativos han tenido lugar en la tecnología de deposición química en fase de vapor (CVD por sus siglas en inglés), a la que se conoce como “Diamant d’Avant-Garde” en TAG Heuer. Yossi Yayon, cofundador de Lusix nos explica muy bien el proceso en términos sencillos: “Colocamos una ‘semilla’ de diamante en una cámara de vacío e introducimos una serie de gases. Entre los más importantes, uno contiene carbono y el otro es hidrógeno. Quemamos un plasma de estos gases con una radiación de microondas de alta potencia, de manera que los gases de este plasma se descomponen en radicales que contienen átomos de carbono, y estos átomos se unen gradualmente a la ‘semilla’ hasta que se forma el cristal”.

El factor clave y revolucionario en términos de mercado de los diamantes de laboratorio es su versatilidad, es decir, las posibilidades de diseño en joyería y piedras preciosas, y la amplia diversidad de aplicaciones que ofrecen.

Diamaze Microtechnology SA es una empresa suiza líder especializada en microcomponentes ultraprecisos de diamante puro para su uso en el diseño estético de relojes de lujo. Su director ejecutivo, Peter Gluche, charló recientemente con TAG Heuer para explicarnos las posibilidades de su proceso: “Podemos fabricar diamantes con las cualidades que queramos, en términos de textura y nivel de reflejo de la luz. Se puede modificar el color del diamante, desde transparente a negro, pasando por cualquier tono”.

El tono, la forma y la talla exactos de los diamantes se pueden controlar para ajustarse a la demanda, con lo que las posibilidades para crear diseños a medida y originales son infinitas. Yossi Yayon, de Lusix, nos lo confirma: “Se pueden cambiar las propiedades del material en función de las necesidades, además de formar capas con distintas propiedades. Podemos formar diamantes de color D, pero también podemos obtener preciosos diamantes rosas y azules, todo ello controlando el proceso de manera precisa. Esto es de gran importancia para el sector de las piedras preciosas, pero también para el sector de la alta tecnología”.

Y no solo para el sector de la alta tecnología. Ya se emplean componentes de diamante en todo tipo de sistemas y es posible que acaben por sustituir el silicio en los procesadores de los ordenadores, ya que es muy superior como semiconductor. No obstante, dadas sus otras propiedades únicas, es un material ideal para una amplia diversidad de otros usos, como nos explica el profesor Alexander Zaitsev: “Se pueden añadir otras propiedades, así como modificar la estructura artificialmente según se desee para aplicaciones mecánicas superiores, componentes ópticos, el control térmico de transistores de alta potencia y, ahora, nuevos campos como la informática y la comunicación cuánticas. Los diamantes empleados en las investigaciones de comunicación cuántica se han fabricado en el laboratorio. Jamás se podrían llevar a cabo investigaciones así con diamantes naturales”.

Con independencia del futuro de cualquier sector en particular, los diamantes son para siempre, y parece que su atractivo y sus posibilidades también lo son. Como Benny Landa recapitula con gran elocuencia para TAG Heuer: “La gente desea establecer una asociación con este material mágico e increíble que ofrece tantísimas propiedades extraordinarias. Es el material más duro, más transparente, mejor conductor térmico y el más brillante. No hay nada en el planeta que se pueda llevar encima que inspire la misma mística. Así pues, en mi opinión, atribuirse después estas cualidades —ya que un reloj expresa quién eres— plantea un concepto brillante”.