Relojes El reloj deportivo
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Nicholas Foulkes Escritor, periodista, editor de Vanity Fair On Time, editor de lujo para GQ y colaborador editorial de Financial Times
“¿Cuál es el cronógrafo Heuer más popular entre los pilotos?”, preguntaba de manera retórica un anuncio de 1968. “Depende de qué tipo de pilotos estemos hablando”, decía una respuesta sensata. “Los pilotos profesionales prefieren el Carrera 45. Su simplicidad sobria les permite leer el cronómetro de un vistazo mientras cronometran una vuelta”.
Más de medio siglo después de aquel anuncio, y casi 60 años después de su lanzamiento, la simplicidad continúa siendo la característica distintiva del Carrera, el emblemático cronógrafo de Heuer.
Precedido por el Autavia y seguido por el Mónaco de caja cuadrada, el cronógrafo Carrera es uno de los relojes de la Santísima Trinidad de Heuer, que dio forma a una época dorada del dinamismo: dirigida por el joven y enérgico presidente Jack Heuer, la marca familiar de cronómetros se reveló como el fabricante de relojes de pulsera para carreras por excelencia.
El Heuer Carrera es la versión relojera del coche de carreras, libre de cualquier adorno o artefacto superfluo con el simple objetivo de exprimir hasta el último ápice de rendimiento de la máquina. Esta pureza esencial es la razón del duradero atractivo del modelo.
El Carrera fue el reloj que selló la inmersión de la marca en el automovilismo. A principios de la década de 1960, el nombre era por sí mismo un estímulo pavloviano que despertaba el Fangio interior de todos los pilotos, excepto de aquellos más tímidos. La Carrera Panamericana se celebró entre 1950 y 1954, pero en aquel corto espacio de tiempo, forjó una leyenda que perdurará mientras viva el automovilismo.
A lo largo de los 3505 km de la autopista de México recién terminada, el recorrido de una frontera a otra fue la expresión más extrema del automovilismo en una carretera pública: esta prueba de resistencia de cinco días era exótica, emocionante, agotadora y, para una serie de conductores y espectadores, letal. En la década de 1950, América Central no destacaba por sus vínculos sentimentales con la vida humana ni por tener una cultura excesivamente prudente para la salud y la seguridad. Sin embargo, la Carrera se cobró un elevado número de vidas y desapareció.
En 1962, Jack Heuer escuchó hablar de este evento durante las 12 Horas de Sebring, donde Heuer participaba como proveedor de instrumentos de cronometraje. El nombre de la carrera poseía un encanto mágico que le hizo sucumbir. “Fue en Sebring”, recuerda en sus memorias, “donde escuché por primera vez la palabra ‘carrera’ en español. No solo me encantó su sonido sexy, sino también sus múltiples significados, que incluyen carretera, competición, circuito y trayectoria. Todos guardaban una estrecha relación con el universo Heuer. En cuanto regresé a Suiza, me apresuré para registrar el nombre ‘Heuer Carrera'”.
Sin embargo, aunque la leyenda del nombre sedujo a Jack con sus ecos de gloria y muerte en las carreteras infinitas de América Central, la visión del diseño se basó completamente en un aspecto práctico. “Durante mis años de estudiante, me convertí en un apasionado del diseño moderno. Me encantaban los muebles diseñados por Le Corbusier y Charles Eames. Asimismo, era un gran admirador de los arquitectos Eero Saarinen y Oscar Niemeyer”. El Carrera le brindó la “oportunidad de poner en práctica mis propios principios de diseño”.
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Los cronógrafos de los primeros años de la posguerra solían presentar un desorden de escalas y subesferas, con una gran cantidad de indicadores que calibraban todo, desde llamadas telefónicas de larga distancia hasta la frecuencia cardíaca.
El Carrera eliminó aquellos mecanismos aparatosos y utilizó las últimas técnicas de fabricación y materiales para crear un reloj atemporal, cuya funcionalidad se reflejaba en un diseño tan sobrio como la pureza de su propósito.
Un fabricante de cristales para relojes acababa de inventar un aro de acero que se alojaba dentro del cristal y se mantenía en tensión contra la pared interior de la caja. Este aro de tensión aseguraba el cristal y mejoraba la estanqueidad del reloj. Pero además de un componente funcional, Jack Heuer vio una superficie capaz de mostrar información. La indicación de una 5.ª de segundo se desplazó de la esfera a esta superficie inclinada en forma de anfiteatro: al mismo tiempo, este gesto despejaba la esfera y atraía la atención del usuario hacia la información más destacada en un instante, para crear un reloj fácil de leer para el piloto de carreras que mira su reloj durante apenas una fracción de segundo.
Las subesferas rebajadas ofrecían una mayor sensación de espacio, que dio origen a un concepto que la marca describió como “una esfera tridimensional con una legibilidad revolucionaria”. Con motivo del 50.º aniversario del Carrera, Jack Heuer describió el reloj como un diseño “nuevo y audaz, pero al mismo tiempo sobrio, sencillo e inspirado por el automovilismo, desprovisto de cualquier adorno, clásico y atemporal”.
Cuando Heuer lanzó su célebre movimiento cronógrafo de cuerda automática en 1969, el Carrera fue uno de los primeros modelos en recibir esta actualización técnica de gran importancia histórica.
En aquella época, el Carrera era un elemento fundamental de la pista de carreras, pero su momento de apoteosis automovilística llegó a principios de la década de 1970, con un Carrera automático de oro de 18 quilates. A partir de 1971, cada piloto que se incorpora a la Escudería Ferrari recibe un Carrera automático de oro con su nombre grabado.
Una declaración exuberante, caracterizada por su brazalete de oro flexible, el Carrera evoca una época llena de color en el automovilismo, cuando la vida se vivía con mayor intensidad debido a la rapidez con la que se podía perder. Jack Heuer presentó personalmente a Ronnie Peterson uno de los modelos más conmovedores. Apodado como Superswede, Peterson perdió la vida a causa de un accidente en el Gran Premio de Italia de 1978, pero aun así, se convirtió en el subcampeón a título póstumo del campeonato de pilotos. La inscripción dice sencillamente:
“SUCCESS”
RONNIE PETERSON
FROM
JACK. W. HEUER
Cada uno de estos relojes es una instantánea íntima de la historia del automovilismo y narra su propia historia del hombre y la máquina… Una historia que el Carrera continúa ilustrando hoy en día.
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Nicholas Foulkes Escritor, periodista, editor de Vanity Fair On Time, editor de lujo para GQ y colaborador editorial de Financial Times