CUENTOS Interlagos 1991: el día en que Ayrton Senna aceleró el corazón de Brasil
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El 24 de marzo de 1991, en São Paulo, se reescribió la historia del automovilismo brasileño. Aquel día, Ayrton Senna regaló a los suyos algo más que una victoria: les regaló un momento que, incluso 34 años después, permanece grabado en la eternidad.
Hasta entonces, el Gran Premio de Brasil™ había parecido maldito para el héroe local. La victoria se le había escapado seis veces (en 1982, 1984, 1985, 1987, 1988 y 1990), mientras que su rival Alain Prost había triunfado allí en repetidas ocasiones.
Pero 1991 fue diferente. Decidido a acabar con la sequía, Senna se hizo con la primera posición con una vuelta fulgurante de 1:16.392, con una media de 203,817 km/h.
Detrás de él, el dúo de Williams formado por Nigel Mansell y Riccardo Patrese estaba al acecho, junto a su compañero de equipo en McLaren Gerhard Berger e, inevitablemente, Prost. Todo parecía alineado para que “Magic” Senna tuviese un fin de semana perfecto.
Una carrera sobrehumana
Día de la carrera. El público se lanzó a rugir cuando Senna salió desde la pole con la intrépida confianza de un hombre nacido para ese momento. Desde las primeras vueltas, se hizo con el control y dictó el ritmo. Mansell presionaba con fuerza, pero Senna se mantenía firme… hasta la vuelta 42.
Fue entonces cuando la caja de cambios empezó a fallar. La tercera marcha se deslizó a la primera, luego la quinta… hasta que solo quedó la sexta. Incapaz de reducir marchas, Senna se enfrentó a la tortuosa tarea de mantener vivo su coche en el revirado y desnivelado circuito de Interlagos. Luego llegó la lluvia: ligera, traicionera, implacable. Cada curva exigía fuerza más allá del músculo, cada recta una batalla de resistencia. Detrás de él, Patrese —que también sufría problemas de transmisión— empezó a recortar distancias.
“Noté que Patrese se acercaba y pensé seriamente que no iba a ganar”, recordó Senna más tarde. “Pero sentía que tenía la obligación de ganar en Brasil. Conseguí controlar el coche a pesar de la lluvia al final. Tuve espasmos musculares y calambres en los hombros y el cuello, porque el cinturón de seguridad estaba demasiado apretado, pero también por la emoción”.
En las últimas vueltas, Senna ya no conducía para atacar, sino para sobrevivir.
Después de 1 hora, 38 minutos y 28 segundos de puro desafío, Ayrton Senna cruzó la línea de meta y se adjudicó su tan esperada victoria en casa: una explosión de triunfo, agotamiento y fe. “En la meta ya no me quedaba nada. Dios me dio esta carrera”.
Un modelo que congela el tiempo
Más de tres décadas después, el eco de aquel día aún resuena, no solo en la historia de la Fórmula 1®, sino en lo más profundo de la memoria colectiva de Brasil.
Para celebrar esta obra maestra del valor y el control, TAG Heuer presenta dos nuevas ediciones del TAG Heuer Formula 1 Chronograph x Senna, relojes que nos recuerdan que Senna nunca fue solo un piloto, sino la encarnación de la pasión, la resistencia y la búsqueda incesante de la perfección.
Fabricado en titanio, DLC negro y carbono forjado, el primer modelo refleja los colores icónicos del casco del campeón: detalles amarillos y verdes sobre una esfera negra de 44 mm satinada con efecto “rayos de sol”, con el emblema “S” de Senna grabado en el bisel. Cada detalle evoca tanto la audacia relojera de TAG Heuer como el intrépido arte de Ayrton Senna en la pista.
El segundo modelo, de 43 mm, incorpora el legendario brazalete S/EL, el favorito de Senna. En una combinación de líneas contemporáneas con toques del legado, captura el fino equilibrio entre velocidad y control. Destellos amarillos y verdes iluminan su esfera negra cepillada, para celebrar tanto los colores automovilísticos de Brasil como la imparable energía del automovilismo.
Juntos, estos dos modelos continúan el legado nacido en 1988, cuando TAG Heuer y Ayrton Senna unieron sus fuerzas por primera vez. Más de tres décadas después, su ética compartida perdura: una historia de rendimiento, precisión y pasión.